Hoy por hoy vivimos la crianza en soledad. Esa soledad que hace que, aunque tengamos un entorno cercano, nos sintamos incomprendidas y que nos falta un lugar donde poder compartir experiencias y hablar de aquello que nos preocupa o nos da miedo sin temor a que nos juzguen o nos den consejos que no pedimos.
Esa misma soledad que nos lleva a creer que nuestros hijos tienen algún problema o que no estamos sabiendo educarles bien y que, por tanto, va haciéndonos sentir más culpa y menos seguridad cada vez en la crianza.
Y es normal, porque esa inseguridad viene de nuestra falta de herramientas.
¡Con todo lo que nos formamos para cualquier trabajo en la vida, y después, para ser madres y padres, queremos tirar de instinto!
Y sí, el instinto es necesario pero… en nuestra sociedad tenemos el instinto totalmente atrofiado.
Durante décadas hemos estado oyendo mensajes de autoritarismo, amenazas y castigos para educar y lo cierto es que eso solo complica las cosas.
Quieres criar a tus hijos en base a una buena comunicación, a un vínculo sano y todos esos métodos lo único que hacen es romper cada vez más vuestra relación y aumentar las batallas diarias.